Este post está dedicado a Inmaculada, más conocida en el universo bloguero como LAMIMA y para la Asociación ALPE . Es un fragmento de la novela «La madre» de Máximo Gorki.
-¡Fuera! ¡Circulen! -gritaban los gendarmes, acercándose. Atropellada, la multitud vacilaba, asiéndose unos de los otros.
Parecía a la madre que todos estaban dispuestos a comprenderla y creerla, y quería decir rápidamente todo lo que sabía, todos los pensamientos cuya fuerza sentía. Subían sin esfuerzo de lo más profundo de su corazón, y venían a sus labios como un cántico, pero se daba cuenta, con desesperación, de que le faltaba la voz, que salía desgarrada y enronquecida.
-La palabra de mi hijo es la palabra pura de un hijo de la clase obrera, de un alma incorruptible. ¡Los hombres íntegros se reconocen en su audacia!
Los ojos juveniles la miraban con entusiasmo y terror.
Recibió un golpe en el pecho, se tambaleó y se sentó en el banco. Por encima de las cabezas se agitaban las manos de los gendarmes, que cogían a la gente por el cuello o los hombros, arrojándolas a un lado, arrancándoles las gorras y tirándolas lejos. Todo pareció vacilar ante la madre, ahogarse en las tinieblas, pero, dominándose, gritó con la poca voz que le quedaba:
-¡Que el pueblo agrupe sus fuerzas en una fuerza única!
La enorme mano roja de un gendarme se abatió sobre su cuello, sacudiéndola:
-¡Cállate!
Su nuca golpeó contra la pared, y su corazón se envolvió por un instante en un acre humo de terror, que se disipó en seguida bajo el ardor de su llama interna.
-Vamos -dijo el gendarme.
-¡No temáis nada! No hay tormento peor que el que respiráis durante toda vuestra vida…
-¡Te digo que te calles!
El gendarme la cogió por un brazo y tiró brutalmente de ella. Un segundo gendarme la tomó por el otro brazo, y los dos la llevaron a grandes zancadas.
-…que diariamente va secándoos el pecho y royéndoos el corazón…
El espía se precipitó ante ella y blandió ante su rostro un puño amenazador, rugiendo:
-¡Vas a callarte, miserable!
Los ojos de Pelagia se abrieron centelleantes, y su mandíbula tembló. Encorvándose sobre las resbaladizas losas, exclamó:
-No se puede matar un alma resucitada.
«La madre», de Máximo Gorki
Yo conozco a Lamima por tu blog, aunque no sabía su nombre y desde luego se merece el post.
De el gran Gorki sólo decir que era grande.
Un abrazo,
Tot
Un beso para Inmaculada,
de mi parte y de Felisa,
Besos
Un beso para Inmaculada,
de mi parte y de Felisa,
Besos,
Uf, que novela…
Gracias querida mía, eres un sol.
Gracias también a M y a Tot.
Emocionante el párrafo que has subido, uno de los mejores del libro.
Un saludo,
Mariela
Me gusta el fragmento que has escogido. Le va como anillo al dedo.
Besos sendos a ambas.
Mima, tú sí que eres un sol.
Muchos besos,
Chesús
Que me han dicho que por esta zona de comentarios se reparten besos para LaMima y yo vengo con un surtido variado de esos manchegos que parecen pedorretas en mejilla jajajajaja
Salu2 córneos.
Pues yo también me uno al reparto de besos para Inma: unos cuantos muy fuertes, de los que da mi abuela, que te resuenan en los oídos con eco y todo.
Estupendo párrafo.
Besos.
Rosa.
Qué bien encontraros por aquí!!!
Besos para Inmaculada… a lot of kisses,
De todos nosotr@s,
Vaya. Casi se me escapa.
Ya sabes que donde haya una dedicatoria a Inma estaré con allí con el mayor de todos mis cariños.
Impresionante Gorki como impresionantes la «ojpmeneada» y tú.
Besos a las dos.
pues tendré que leer el libro que todavía no lo he hecho… si tiene todo la misma fuerza que este fragmento creo que voy a sufrir mucho con esa madre coraje.
bicos,