Goya y los Titiriteros

¿Qué se puede esperar de un país que premia y considera cultura a la tauromaquia? ¿Qué se puede esperar de un país donde destrozar animales durante las fiestas se considera divertimento? ¿Qué se puede esperar de un país que semana tras semana hace oídos sordos a la apología de la violencia de Federico Jiménez Losantos? Un tipo que debería estar alejado de los micrófonos, por su odio descarnado, también por ese flequillo que parece un congreso de sogas resbalando por su frente. Por otra parte, si ha sido un error la programación de la obra no adecuada para un público infantil es bueno reconocerlo, admitir el error y no andar cubriendo con flores lo que debería ser una crítica libre y constructiva, pero lo que es inadmisible, así lo veo yo, es llevar a la cárcel a los titiriteros. ¿Pero qué se puede esperar de un país que premia los espectáculos sangrientos y asfixia al mundo de la cultura? Somos como el cuadro de Goya «Duelo a garrotazos», así nos va.

Por cierto, la compañía avisó de que no era apto para niños y niñas. Dejo el mensaje del aviso.  Dejad a los Titiriteros en paz.

Titiriteros de David Vela

Titiriteros, de David Vela

Duelo a garrotazos, Goya

Revista Subarbre

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Os recomiendo la revista Subarbre. Toda ella, de principio a fin: Averly, «cine y agua» de la mano de Alfredo Moreno, excelentes reseñas de libros, teatro underground, mi artículo sobre el Centro Social Comunitario Luis Buñuel, maravilloso el texto “La Guerra de los Mundos” in(ter)venciones y resistencias en la España franquista y más, mucho más. La presentación de la revista ayer fue un éxito de gente y de contenido. Larga vida a Subarbre, revista aragonesa de cultura y análisis.
La revista se puede comprar en La Pantera Rossa.

Un fragmento del artículo: «La suma de mil calles no forma una ciudad, tampoco un barrio. Pero la suma de su gente, de su tejido social, de sus actividades, sí. En el casco viejo de Zaragoza, a orillas del río Ebro, el antiguo Instituto Luis Buñuel dormía el mortífero sueño de la administración que lo había cerrado en el año 2005, condenándolo al deterioro que conlleva el abandono de los edificios. Y así fue hasta que en 2012 un grupo de personas, pertenecientes a diversos colectivos del barrio, llenas de iniciativas y proyectos, pero sin espacio físico para desarrollarlas, decidieron que el antiguo y olvidado instituto era el lugar perfecto para poner en marcha toda su fábrica de ideas y actividades, es decir, decidieron devolver a la vida el edificio. Y lo hicieron de la mejor forma posible, a través de un proyecto colectivo de transformación social, de participación y de trabajo comunitario. Construir desde abajo y en colectivo, generando ilusión en la gente del barrio».

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