
Fragmento de la novela «El hombre de sus sueños», de Dante Bertini.
Sólo una cosa no hay. Es el olvido. J.L.Borges
Tendría seis años -o cinco, o cuatro, lo mismo da- cuando pedí a mi hermano mayor que me dejara ver, aunque fuera por un momento, sus revistas de historietas. Me dijo solamente «no», sin siquiera levantar la vista de lo que estaba haciendo, y cuando le pregunté el porqué de su negativa, me contestó que él no necesitaba razones para hacer las cosas. Compungida, a punto de llorar, dolorosamente castigada en un lugar sin nombre al que luego, con más años, bauticé como amor propio, sólo atiné a amenazarlo con contar todo aquello a nuestros padres. Logré que al menos me mirase, pero también que me hiciera una confesión desoladora: antes de dejar que tocara sus revistas él prefería romperlas. Y lo hizo frente a mi, lenta y concienzudamente; sonriendo
Poemas
Voces
su voz ronca quiebra la tarde
estremece a los pájaros
hace vibrar las hojas con el temblor del pánico
pero no logra acallar a la fuente del jardín
que canta sin inmutarse
altiva y desarmada
frente a la voz poderosa del robusto macho
II
La guerra es un juego de niños.
No debería ser un juego para los adultos.
De niños jugamos con armas supuestamente inofensivas
que luego, ya mayores, carga con municiones auténticas ese diablo que llevamos dentro.
Hasta que un día cualquiera ese otro, siempre sospechoso por distinto, pasa a ser nuestro enemigo.
Diferente color, diferente bandera, diferente lenguaje, diferente religión, diferente ideología. Las diferencias nos enfrentan.
La violencia, que no es juego de niños, nos desangra.
El rojo sangre de los cómics, de las películas, de los disfraces infantiles, rojo de pintura fresca, se convierte en sangre de verdad; sangre no virtual, sangre derramada.
Rojo sangre de los poetas masacrados.
Rojo sangre de los crímenes domésticos.
Rojo en la piel de los animales salvajemente torturados.
Rojo en los restos dispersos de las víctimas inocentes.
Rojo de sangre verdadera.
Un color que duele.
Texto de Dante Bertini
.
(Texto escrito para acompañar la serie rojosangre, expuesta como parte de la colectiva del grupo Austral, Arte contra Guerra. Hasta el 29 de marzo en el Auditorium de Montcada i Reixac, Barcelona .