Respuesta de Ana Belén Mena al programa «El reino de los gatos»
Este artículo es de la escritora Ana Belén Mena, voluntaria del Proyecto CES de Zaragoza desde hace cinco años y muy comprometida con el mundo animal.

Ayer La Sexta emitió un programa sobre El reino de los Gatos que está teniendo mucha repercusión en las redes ante su falta de rigor, animosidad y quizá agresividad hacia los gatos comunitarios, olvidando en todo momento apelar a la responsabilidad de quienes causan la aparición de estos felinos en las calles.
Una vez superada la incredulidad y la rabia que sentí mientras veía el programa titulado «El reino de los gatos» en un canal televisivo el pasado viernes, no puedo ni quiero quedarme callada ante tanta ignorancia, falta de verdad, de responsabilidad, de respeto y de empatía.
Realmente me sorprende, que siendo un programa supuestamente de investigación, se olvidaran de ella.
Sé que han sido muchas las respuestas que dicho programa está recibiendo, y con razón, en todas las redes sociales. Pero yo no voy a defender a los gatos ferales desde la ciencia ni desde la legalidad, ni siquiera desde el ejemplo de otras muchas ciudades que albergan gatos y conviven pacífica y armoniosamente con ellos. Hay muchísimos artículos al respecto que pueden avalar esta información.
Yo voy a defender a estos animales desde un punto de vista emocional, que no nos olvidemos es una de las inteligencias que tiene el ser humano según el psicólogo Howard Gardner y que, por lo visto menos se emplea. Así nos va.
Mi intención es apelar a la reflexión, al respeto, a la empatía y sobre todo a la responsabilidad personal a la que dicho programa no sé si le hizo siquiera una mínima mención.
Vamos a empezar a hablar de los gatos comunitarios les, incluyendo en ellos no solo a los que nacen en la calle, sino a los que acaban en ella fruto de un abandono. ¿Qué culpa tienen ellos de estar allí, pasando frío, hambre o miedo? Expuestos a atropellos, envenenamientos y patadas procedentes del ser humano. ¿No tendrá algo que ver la responsabilidad personal? Porque creo que no hay estudios que demuestren que los gatos aparecen en la calle por ciencia infusa.
A final de ese pésimo programa se señaló que se abandonaban más 120.000 gatos al cabo del año. ¿Qué culpa tienen los gatos?
¿No será responsabilidad del ser humano que, en un alarde de egoísmo, falta de empatía y corazón duro como una piedra, deja, sin importarle lo más mínimo, a merced de lo que sea, a aquel ser indefenso que confiaba y dependía totalmente de él?
¿No habrá algo de responsabilidad también en aquellos que desde sus posiciones sociales o puestos de trabajo no educan en el respeto hacia los que no tienen voz? ¿O los que pudiendo y quizá debiendo denunciar cualquier tipo de abandono, no aplican las sanciones estipuladas por la ley? o de incluso ¿quienes pudiendo hacer campañas sobre el maltrato animal o la tenencia responsable de animales no las hacen?
Se habló de las frecuentes y peligrosísimas enfermedades que los gatos portaban y de las que los humanos, en nuestra ignorancia más absoluta, podíamos ser víctimas inocentes e indefensas… como si lo hicieran con intención, como si fuera lo habitual, como si no hubiera más motivos por los que un ser humano pudiera enfermar, como si ni de casualidad fuera responsabilidad nuestra, nuestra propia salud… Quizá no sabían que en las colonias felinas los gatos están correctamente alimentados por voluntarios que velan por la salubridad, la higiene y el estado anímico de sus miembros… pese a que se suponía que era un programa de investigación…
También mencionaron a las personas que tienen el valor, porque hace falta tenerlo ante tanto desgraciado como hay por la vida, de alimentar a los gatos ferales. Desgraciado no como insulto sino como adjetivo totalmente objetivo.
(Desgraciado según la RAE: Que causa o conlleva desgracia; Desgracia: Situación o suceso que produce gran dolor y sufrimiento).
A ver, que bastante desgracia, valga la redundancia, tienen los pobres con ser como son y con la amargura que tienen en su interior, ya lo sé. Pero eso no les exime de manifestar un mínimo de educación o respeto para quienes, afortunadamente, no son como ellos.
Los que alimentan son (somos) personas que nos exponemos al acoso, a las amenazas y a los insultos vecinales. ¿Porque queremos? Sí. Quizá nuestra empatía, nuestra responsabilidad, nuestra conciencia o nuestros sentimientos nos impiden mirar hacia otro lado. Nos dejamos parte del sueldo, del tiempo y de nuestro corazón para que ellos estén correctamente alimentados, cuidados, controlados e incluso desparasitados. Formamos parte de Proyectos avalados por los Ayuntamientos que se ocupan de Capturarlos, Esterilizarlos y Retornarlos a su colonia, que hemos hecho cursos de capacitación, y que, pese a todo, nos exponemos a multas porque las cosas no funcionan como quizá debieran.
Por cierto, las imágenes en las que se veía a la joven que llevaba el micrófono, rebuscando entre matorrales bandejitas de comida, no son lo habitual cuando hay voluntarios que se encargan correctamente de su alimentación. Obedece a situaciones donde personas que saben que nadie vela por estos seres indefensos, asume la responsabilidad con su mejor intención.
Por otro lado, en el afán de demonizar a los gatos, este programa incluyó imágenes sobre una enfermedad reconocida como Síndrome de Noé. Una enfermedad, insisto. ¿Qué culpa tienen aquí los gatos comunitarios? ¿No tendrá algo que ver la responsabilidad personal? Y no la de la persona enferma, no. Ni siquiera la de los vecinos que se ven afectados indirectamente por esta enfermedad. Cada uno gestiona sus problemas como mejor considera. ¿Quizá tiene algo que ver la responsabilidad del sistema sanitario, el judicial o el ejecutivo que consienten las consecuencias de, insisto, una enfermedad?
También considero que tuvieron poco acierto y quizá menos lógica, al mostrar casos de compraventa de gatos. Aquellos que criaban animales y los vendían para su lucro personal, comercializando con vidas, y aquellos que eran timados por supuestos vendedores de seres vivos sintientes y que pretendían aprovecharse de la demanda de la gente para tener un gato más bonito, más grande o más exótico, también tuvieron su espacio. Creo que además de exhibir una falta de ética, tampoco tienen nada que ver con los gatos comunitarios. ¿O también van a tener la culpa ellos de que la gente los utilice para fines de dudosa ética?
En otro momento, un profesional (porque figuraba un título debajo de su nombre) afirmó que subvencionar con dinero público el Proyecto CER no era efectivo porque seguían apareciendo gatos. Una especie de velada (o directa) acusación de que se estaba malgastando ese dinero. Otra vez pregunto: ¿Qué culpa tienen aquí los gatos comunitarios? ¿No tendrá algo que ver la responsabilidad personal de aquellos que abandonan a sus gatos en las calles? Porque si los gatos de las colonias felinas se esterilizan, doy fe de que la colonia no aumenta en número de individuos.
Y todo esto partía de la intención de este programa de demostrar que los gatos son casi la mayor y más peligrosa especie invasora del planeta… como si nunca hasta ahora hubiera habido gatos, como si nunca hubiéramos convivido con ellos, como si no fueran parte de una cadena alimentaria orquestada sabiamente por la Madre Naturaleza.
¿No será que no queremos reconocer que somos nosotros, con nuestra falta de responsabilidad, respeto y ética la especie invasora más peligrosa del planeta?
Personalmente creo que todo el mundo es bueno hasta que tiene la oportunidad de demostrar que lo es. Entonces, mientras unos arriman el hombro y se comprometen con la ciudad o el mundo en el que viven, otros abrazan al miedo, a la desconfianza, a la crítica nada constructiva, a los juicios sin sentido alguno, a la comodidad, a la amargura y a la prepotencia entre otras muchas cosas para justificar esa falta de amor que tanto se necesita, por cierto, en estos momentos.
Tú sabrás a qué grupo perteneces.
Ana Belén Mena