
http://www.librujula.com/actualidad/2224-la-poesia-de-barricada-habita-entre-nosotros
«La poeta Marta Navarro hace de su verso esa llave que abre esa puerta enclavada en la realidad, la cual y una vez traspasada te indica el sendero hacia tu sueño. Eso sí, su poesía exige la complicidad del lector para encontrar ese verso. “La tristeza habita en la pantera que envejece/ frente al público de un zoo”, versos de su maravilloso poemario Vietnam bajo la cama (Amargord, 2015). La lectura de su poesía nos enseña a sacudirnos aquellos complejos y miedos que acaso nos queden, a estas alturas de la vida, y así poder mirar de frente a esta sociedad del caos, de ese neoliberalismo, que nos agrede y empobrece cada día más. Son sus versos fríos gritos que buscan la belleza de la persona, sea de donde sea esta: “Los poemas acabaron/ en un aplauso operístico”
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Todos estamos de acuerdo ante el hecho de que la poesía no se vende y cuando se vende, se vende la misma de siempre, de forma constante, pero siempre poca, como el grifo que gotea. Comprar poesía para leer o recitar es hoy un gesto revolucionario y pocos se atreven. Esto es así y no hay nada que objetar, sin embargo y ante este hecho hay voces disconformes, voces que se alzan para dar un golpe sobre la mesa. Desde hace más o menos un par de lustros, en este siglo que este año alcanza la mayoría de edad hay una serie de poetas que le han dado la vuelta a la historia y al neoliberalismo imperante y que están taladrando los cimientos de esta nuestra tradicional y patriarcal cultura social. La sociedad está enferma y la poesía y sus versos tratan de indentificar sus males y ponerles remedio.
A lo largo de la historia, hay fechas que no se olvidan y una de ellas es Mayo del 68. Han pasado 50 años, desde aquellos textos situacionistas, siete desde aquel 15 M indignado y muchos más desde mi primera colaboración en la revista Orto, donde también firmabaNoam Chomsky, que no vio en el ’68 el agotarse el tiempo de las protestas ni tampoco de la búsqueda, sino de una revolución, si de un cambio radical de la sociedad. Mientras en Orto yo escribía sobre Rosalía de Castro, desde la lingüística Chomsky denunciaba el sistema neoliberal norteamericano, un sistema que Europa no ha tardado en apropiarse y hacerse suyo. La ausencia de políticas sociales y de un estado del bienestar que, desde sus orígenes, ha definido Estados Unidos hoy describe también Europa. De la misma manera que Chomsky, hoy octogenario, ha he hecho de la palabra escrita su herramienta de contestación, hoy día son cada vez más numerosos los poetas de este país que utilizan la palabra escrita como forma de contestación y denuncia: a través de sus se rebelan con sus versos ante el menoscabo de la cultura y la política social de nuestro tiempo.
A algunos de ellos, dedico este mes estas páginas dedicadas a la poesía; se lo dedico a ellos, porque, además de su valor literario, son poetas útiles a la sociedad de hoy, en cuanto desde sus barricadas poéticas, críticos con la sociedad, se están abriendo paso entre los lectores o entre aquellos que les escuchan recitar en plazas y bares. Desde esa esquina, estos poetas tratan de mover el mundo con sus versos, no sólo cuestionándolo sino proponiendo a través de sus poemas otros mundos posibles. No lo tienen fácil; pero, ahí están, dejando oír su voz en este contexto político, económico, social y religioso tan hostil para el ciudadano como para la palabra escrita, hoy más que nunca en el punto de mira. A través de sus versos quiere vivir la utopía de la ucronía, pero no para quedarse ahí, sino para construir, desde la desobediencia poética, una sociedad donde brille un mayor humanismo solidario. En esa esperanza están, en la de dar más valor a los hechos y menos al espectáculo, desde la honradez y la honestidad.
Los poetas
De esa legión de poetas críticos con poesía de barricada ante lo que nos habita y lo que es habitado por nosotros destacamos a diez, sin olvidar a las piedras angulares: teóricos a la vez que poetas como Enrique Falcón y/o Alberto García-Teresa, a quienes todos admiramos: a Enrique por su magna obra La marcha de 150.000.000 (Eclipsados, 2009), edición definitiva, y aquella antología por él coordinada, Once poetas críticos en la poesía española reciente (Baile del Sol, 2007); y a Alberto por su Poesía de la conciencia crítica (1987-2011) (Tierradenadie, 2013) yDisidentes. Antología de poetas críticos españoles (1990-2014) (La Oveja Roja, 2015). Estos diez poetas más significativos de esa poesía de barricada son sin lugar a dudas y por mérito propio Ana Pérez Cañamares (Santa Cruz de Tenerife, 1968), Antonio Orihuela (Moguer, 1965),María Ángeles Maeso (Valdamazo, Soria, 1955), Gsús Bonilla (Don Benito, Badajoz, 1971), Inma Luna (Madrid, 1966), Matías Escalera Cordero (Madrid, 1956), Marta Navarro García (Zaragoza, 1965), Ángel Guinda (Zaragoza, 1948), Isabel Pérez Montalbán(Córdoba, 1964) y Manuel Moya (Fuenteheridos, Huelva, 1960). Qué duda cabe de que hay otros como Jesús Lizano, ya fallecido; Felipe Zapico, David González, Jorge Riechmann o David Gimenez, de Remolinos (Zaragoza). Y entre las poetas pues desde Begoña Abad aMaría Eloy García, pasando por Pura López Cortés, Belén Reyes y Cristina Morano, entre otras muchas poetas combativas. Si escribimos sobre él, Ángel Guinda, que, por edad, es el mayor de los poetas críticos con el sistema y guerrillero, debemos decir que su poesía da razón de su ser, de aquel ser poeta de la libertad que tuvo que abandonar su ciudad, pues los de siempre no lo soportaban, ni a él ni a sus poemas. Fiel a sus principios, hoy seguramente estaría en la cárcel: “Vivir es esa trampa que demuele/ el cuerpo, y hasta el alma, trecho a trecho”. Nos dice en su Catedral de la noche (Olifante, 2015), con esa su voz intensa, con esa mística ascética, desde su ateismo, que las caretas ya no sirven y que todo conocimiento y opción implica exilio y negación. Como el ser persona solidaria y justa. Una poesía que es como latigazos en el cerebro y que a nadie deja indiferente, ni ayer ni hoy. Si alguien se atreve a leerla: “Ceniza en las manos de un viejo/ es lo que dejan los años al arder”.
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