Del poema «NOSOTRAS» me llegan vídeos de lugares muy distintos . Monegros, Milán, Andalucía, San Francisco y ahora Argentina. Muchísimas gracias a Insurgencia Cultural y en especial a Claudia Martínez por poner voz e imágenes:
"Una asombrosa exploración de la perspectiva en primera persona, "Jumping" es un cortometraje del padrino del anime, Osamu Tezuka. Como gran parte de su otro trabajo, esta película refleja el firme espíritu antibelicista de Tezuka.
Cuando un niño salta por una calle, su zancada se vuelve más y más grande, y luego salta sobre pueblos, un bosque, el mar, yendo cada vez más alto. Llega a un país en tiempos de guerra, a las profundidades del Infierno, y finalmente regresa a la calle donde comenzó la aventura. Esta obra es muy interesante porque el salto del niño se convierte en el salto de un dios, hasta el punto de estar velando por el destino humano. Este trabajo sorprendió al mundo entero porque toda la película fue filmada en un solo corte con 4.000 imágenes en movimiento. Recibió muchos premios".
Nos cortamos el pelo, pero, como dice Josefina Musulén, lo que querríamos es que los gobiernos cortasen los lazos con los asesinos. Ojalá, igual que se corta el pelo, pudiéramos cortar la violencia hacia la mujeres.
María Pérez Confussión le pone nombre: «Por Nasrin Sotoudeh, condenada a 38 años de cárcel y a 148 latigazos por defender los derechos de las mujeres en Irán.
Por Mojgan Keshavarz, Monireh Arabshami y Yasaman Aryani, condenadas a 55 años de prisión por quitarse el velo en el metro de Teherán el 8 de marzo de 2019 en protesta por la obligatoriedad de su uso y por la opresión que las mujeres sufren en su país.
Por Hadis Najafi, asesinada a tiros mientras se manifestaba».
Por las adolescentes Nika Shakarami y Serina Esmailzadeh asesinadas a golpes por la policía en estos días de protestas.
Por las 16.000 niñas casadas durante este año en Irán, sometidas a la violencia y privadas de derechos y de infancia.
«Hijas de la Tormenta» salió a la luz poco antes de la pandemia. Su vida ha sido zigzageante y complicada. Es un libro importante para mí porque en él aposté por reivindicar la alegría y darle una patada a la tristeza, poéticamente hablando. Lo colectivo, por muy individualista que yo sea, es protagonista también del libro. Me alegra mucho que después de un tiempo la poeta Arantxa Murugarren recomiende el libro en Navarra TV, y además en tan maravillosa compañía.
Pulsad en la imagen y veréis el programa de Navarra TV. ¡Vivan los libros!
No he llegado a tiempo para despedirme de ti. Te encontramos con apenas unas semanas en un cubo de basura con la cabeza rota y cubierta de sangre. No sobrevivirá a esta noche, dijo la veterinaria. Se equivocó. Han sido diecisiete años compartiendo belleza y fuerza felina. Gracias a mi vecina por cuidar de mis peludos cuando yo no estoy, por estar al tanto de todo, por darse cuenta de que algo iba mal. Por darle cariño a Erin mientras yo buscaba en un mar de lágrimas un autobús de regreso a casa.
Hasta siempre, Erin. Te quiero.
La primera semana a salvoDurmiendoOrganizando las tareas, la jefazaObservando el mundoSoñando
«El deseo sexual, si es recíproco, origina un complot de dos personas que hace frente al resto de los complots que hay en el mundo. Es una conspiración de dos. El plan es ofrecer al otro un respiro ante el dolor del mundo. No la felicidad sino un descanso físico ante la enorme responsabilidad de los cuerpos hacia el dolor.
En todo deseo hay tanta compasión como apetito. Sea cual sea la proporción, las dos cosas se ensartan juntas. El deseo es inconcebible sin una herida. Si hubiera alguien sin heridas en este mundo, viviría sin deseo.
El deseo anhela proteger al cuerpo deseado de la tragedia que encarna y, lo que es más, se cree capaz. La conspiración consiste en crear juntos un espacio, un lugar, necesariamente temporal, para eximirse de la herida incurable de la carne. Ese lugar es el interior del otro cuerpo. La conspiración consiste en deslizarse al interior del otro, allí donde no se les pueda encontrar. El deseo es un intercambio de escondites”».
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John Berger.
Ensayo «ESA BELLEZA», 2005
PALABRAS MIGRANTES
En un hoyo en la tierra enterré todos los acentos de mi lengua natal ahí yacen como agujas de pino que juntaron las hormigas puede que un día el llanto vacilante de otro viajero los encienda y así, con su abrigo y consuelo oiga toda la noche la verdad como una canción de cuna.
Jhon Berger
De Marta Peirano.
«John Berger era un sabio, no un intelectual. Su temprana columna sobre arte para el New Statesman generó encendidas cartas de la crítica, comisarios e instituciones y una devoción eterna entre el resto de la población civil, que después aprendería a amar el arte gracias a sus Maneras de ver, la colección de ensayos que se convirtió en la serie televisiva de 1972. Su visión era humanista, callejera y política, inspirada por Walter Benjamin y por Marx. Y Maneras de ver era su contraprogramación al académico elitista Kenneth Clark, cuyo ensayo Civilización se había convertido también en una popular serie televisiva.
Para Berger, el arte era la llave de la iluminación, pero también del consuelo. Lo salvó de la desesperación en un internado brutal al que le mandaron de niño durante la guerra y, desde entonces, su misión fue compartir la gracia con los que la necesitaban más. Además de un visionario, Berger era y siempre fue marxista pero sin partido, dedicado a la causa con el fervor de un monje que no necesita iglesia ni congregación, solo la fuerza de una profunda fe interna. Pintor de vocación y de formación, en mitad de los años 50 cambió el pincel por la pluma porque “había demasiadas urgencias políticas para pasarme la vida pintando”. Tenía 30 años.
Este poema se ha leído esta semana en las Lecturas LGTBI organizadas por un grupo de teatro Vita Felice, de Milán. Estoy esperando las fotos. Muchas gracias a Carolina y a Luna.
TARDE DE INVIERNO
La cama revuelta,
dos copas vacías y un rastro de champán
sobre el sofá. Debió de ser allí
donde el sujetador se independizó de mi cuerpo
sin referéndum alguno.
La rapidez de tus manos rompió el vértigo
de nuestra primera cita
y de los corchetes del wonderbra.
En el hotel impartían una conferencia
sobre “las cien formas más rápidas
de conseguir la felicidad”.
Aquella tarde tu boca se perdió entre mis piernas.
Tengo que averiguar si alguna
de las sugerencias del conferenciante recomienda tu lengua…
El resto fue una suite de Bach rompiendo
la guitarra de Jimi Hendrix,
hasta que tu marido primero
y después el mío
llamarón al móvil pidiendo instrucciones y respuestas.
Que si el pequeño no quería cenar verdura
que si a la mayor se le había infectado el labio
con el nuevo piercing.
¿Dónde está la salsa de tomate?,
¿y la mercromina?,
¿a qué hora vuelves de la reunión?
Al escucharle,
se te cayó el mundo a los pies,
y a mí me dio risa verte así,
tan frágil y tan fuerte al mismo tiempo.
Tan cerca de mí,
pero tan lejos.
Un café, deprisa,
que nos suban un café, me dijiste.
Y nos subieron por error
otra botella de Moët Chandon que nos bebimos
entre sales de baño y confesiones.
Cuando desperté,
tu perfume seguía danzando por la habitación.
Sobre la mesa un café frío
y una nota cálida.
«No he querido despertarte.
¿Nos vemos el jueves?
Conduce con cuidado.
No sé si te amo,
pero sé que te necesito.»
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Marta Navarro. Vietnam bajo la cama. Amargord, 2017