Artículo publicado en la excelente Pikara Magazine
El infierno no contado de las prisioneras de Auschwitz
Ya fuera como activistas, como prostitutas o como prisioneras regulares, miles de mujeres sufrieron las tremendas condiciones de vida del campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau durante el nazismo.
Cristina E. Lozano / Cracovia
Reclusas en Auschwitz-Birkenau./ Cristina E. Lozano
Los judíos, encabezados por el artículo determinado masculino plural que apunta a un colectivo muy concreto, con un género bien definido, son los protagonistas más mencionados de uno de los capítulos más negros de la historia del viejo continente, al ser castigados sistemáticamente por el régimen nazi. Pero también miles de mujeres, judías y no judías, niñas, madres, abuelas, militantes políticas, médicas, abogadas, solteras, casadas y lesbianas fueron víctimas de los horrores perpetrados en el mayor campo de concentración y exterminio de Polonia. Algunas de ellas se atrevieron incluso a combatirlos en el marco de los movimientos de resistencia organizados dentro del lager de Auschwitz-Birkenau, Oświęcim-Brzezinka en la lengua del lugar.
El 19 de marzo de 1942 tuvo lugar el primer asesinato colectivo de prisioneras. En total 144 jóvenes polacas
Estas mujeres casi anónimas, para muchos desconocidas, quizá no escribieron diarios de mocedad que muchos años después se convirtieron en best seller, pero se dejaron la piel por intentar salir de aquella infesta cárcel en la que fueron confinadas y, muy especialmente, por hacer llegar al exterior información sobre lo que allí dentro ocurría.
“Estábamos convencidas de que nunca saldríamos de aquel infierno, y queríamos que el mundo supiera todo algún día”, explica Vera Foltynova, una arquitecta checa judía arrestada por su militancia comunista que, durante su estancia en el campo, trabajó en la oficina central de construcción de las SS [cuerpo de combate de elite] desde dónde se las arregló para sacar planos de sus instalaciones y dibujos de los crematorios y cámaras de gas.
Foltynova, además de filtrar documentos, consiguió salvar la vida. Su testimonio fue recogido por Hermann Langbein en el libro People in Auschwitz y su retrato cuelga hoy en una de las paredes del barracón número 15 de Auschwitz I, un extremadamente ordenado complejo de barracones visitables que dejan constancia del horror que allí se vivió, entre otras cosas, y principalmente, para que en el futuro no vuelva a repetirse.
“Las trabajadoras del burdel estaban obligadas a mantener relaciones con unos seis hombres diferentes al día”, afirma Laureen Rees, periodista de la BBC
Pero la imagen de la arquitecta no está sola en esa pared. La acompañan otros rostros en blanco y negro, de compañeros y compañeras, como Ana Giuseva, Janina Kowalczyk, Krystyna Cyankiewicz, Wiktoria Klimaszeweka, Wanda Marossanyi y Antonina Platkowska. Todas ellas formaron parte la resistencia organizada dentro de Auschwitz-Birkenau; igual que Danielle Casanova, activísima comunista francesa de ascendencia rumana arrestada por ayudar al filósofo marxista de origen húngaro Georges Politzer, que tuvo que trabajar como dentista en la enfermería del lager; y que Stanislawa Rachwalowa, joven comunista polaca que, tras salvar la vida en el campo, fue condenada a muerte por su actividad política en la cárcel de Montelupich (sentencia que finalmente no se ejecutó). En la prisión de Cracovia fue prisionera junto con María Mandel, la terrible supervisora de la sección femenina de su campo quien, antes de morir, le pidió perdón por todas las vejaciones a las que la sometió durante su internamiento, según escribe Mónica González Álvares en Guardianas nazis: el lado femenino del mal.
En este inmenso campo de concentración y exterminio tampoco las mujeres se libraron de las ejecuciones en masa. El 19 de marzo de 1942 tuvo lugar el primer asesinato colectivo de prisioneras. En total, 144 jóvenes originarias de Silesia fueron asesinadas con un tiro en la nunca como castigo a su actividad dentro del movimiento de resistencia, como recuerda un escrito que puede leerse en el pabellón que repasa la historia del pueblo polaco durante la Segunda Guerra Mundial.
El prostíbulo de lager
Uno de los capítulos más desconocidos de la historia de Auschwitz-Birkenau es el que hace referencia al prostíbulo en él ubicado. Laurence Rees, historiador británico y editor de la BBC, ha encontrado varios testimonios que sostienen su existencia, de la que nada recuerdan los paneles explicativos del campo y que raramente se encuentra en los libros.
Cristina E. Lozano
En Auschwitz: los nazis y la “solución final”, un extenso trabajo que la prestigiosa cadena de televisión hizo serie, Rees explica que la mayor parte de las trabajadoras del burdel eran internas de Birkenau y estaban obligadas a mantener relaciones con unos seis hombres diferentes al día. “La experiencia de las mujeres de este prostíbulo es una de las historias ocultas sobre el sufrimiento en el campos, y tiene ciertas semejanzas con el caso de las de las mujeres de solaz coreanas, sometidas abusos sexuales de los soldados del ejército japonés. Pese a ello, las mujeres que trabajaban en el prostíbulo no parecen haber despertado en su momento tanta compasión cuanto la envidia de los demás prisioneros”, defiende el historiador.
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