“Durante mucho tiempo era más fácil imaginar el deterioro de la Tierra, de la naturaleza que el derrumbe del capitalismo”, dice el escritor Fredric Jameson. La imaginación contra el poder. La imaginación como bálsamo, como tabla de náufrago.
Educados para imaginar muchas cosas: el derrumbamiento de las conquistas sociales, económicas o culturales… Educados para alzar la voz, pero no mucho, no vaya a ser que molestemos al dragón. Pero ya no es posible seguir viviendo en este puzle lleno de piezas mordidas por los recortes. Inmersos en una estafa de la que somos víctimas pero que nos trata como responsables. Imagine all the people, decia John Lennon, living life in peace. No le faltaba imaginación al gran Lennon. Hay que alimentar la imaginación, mucho. A todas horas. Hasta que sea capaz de soñar, inventar e imaginar que lo que se derrumba es el capitalismo salvaje y no nuestras conquistas sociales o el deterioro de la tierra. Invertir el orden de las cosas, desdomesticarlas a toda prisa. Podemos cambiarle el nombre por cualquier otro, da lo mismo el orden de las vocales y consonantes. El responsable de este navajazo colectivo sigue siendo el tamolispica o lismopicata, es decir, capitalismo.