Y si un día nos equivocáramos en Zaragoza, en Aragón y por error hiciéramos las cosas bien. Si las hiciéramos sin dividir en clases, sin categorías de primera, de segunda, de tercera. Si lo importante no fueran los amig@s, ni sus empresas, ni las manías, ni la testosterona. Si la gente no tuviera que irse fuera, triunfar lejos, para ser reconocido aquí. Y si un día no fuera necesario reirle los chistes al listo o lista de turno. Y si un día la cultura no fuera una carrera de obstáculos llena de dinosaurios en cada esquina. Y si un día hiciéramos las cosas con ganas y bien. Por ejemplo: Un parque cuidado, un himno que apetezca entonar, una estación de tren y autobús que no te congele, un libro colectivo que no olvide su objetivo, que no tenga cicatrices entre sus páginas, ni castas, que no sea un tobogán de papel y palabras. Y si un día nos equivocáramos…
PD: Subo este comentario de Mireya García porque me parece especialmente interesante. Poco a poco me recupero del frío intenso de la estación de tren. Y recuerdo a la gente que trabaja allí y sus caras de hielo resignado. ¿Cómo podemos consentir algo así?
Me gustan tus palabras. Esa belleza para contar un hecho horrible y con olor a podredumbre.Me dijeron hace unos días que Zaragoza es la ciudad que se utiliza como conejillo de indias en España para implantar cualquier novedad. Nuestra capacidad de indiferencia es tal, que cualquier cambio empiezan implantándolo aquí para ver cómo reaccionamos y según el resultado, se va estableciendo luego en distintas ciudades.Yo creo que, desgraciadamente, nunca nos equivocaremos, Marta. Mireya García
…
bufffff, Marta, igual hasta éramos un poco felices…
Un besazo de chocolate.
Cierto, Marta y elegante. Cada día admiro más tu capacidad para hacer que las palabras caminen.
Un beso súper.
Querida amiga,
ese día te invito a comer, a cenar y a lo que quieras. La estación es un iglú, el himno con suerte lo cambian, la cultura es un pozo donde cada uno busca su charco y así una y otra vez. No podías haberlo definido mejor.
Un abrazo,
Luis
Pues hoy más que nunca te digo que sí, que sería maravilloso, pero para eso tendríamos que tener otra ciudad, otra gente, otros políticos, otros culturetas, otra forma de pensar.
De momento espero que no cierres este blog y que no dejes tus proyectos. Lo espero de verdad.
Un saludo,
Carmen
Gema, ese chocolate vendría bien, pero muy bien. Ya me entiendes…
Sonia, mi capacidad es mínimo, el asombro por cómo se hacen las cosas es muy grande, us usually.
Luis, yo no creo que la cultura aquí sea un pozo. Hay gente estupenda, escritores y escritoras fantastic@s. De hecho, creo que estamos en un excelente momento creativo y soy feliz al descubrirlo, mucho. Yo hablo de otra cosa, o mejor dicho apunto hacia otras cosas.
Carmen, yo no dejo nada. Yo voy a mi bola. He publicado en Andalucía y en Euskadi. Colaboro en una revista PiKara que me hace feliz por la libertad creativa y de opinión que tiene. Mis proyectos no incluyen reirle el chiste a nadie. Intento ser respetuosa, pero no puedo ni quiero obviar lo evidente. Sobre todo cuando falta elegancia y estilo.
Un beso,
Marta
PD: Me he congelado en la estación. Pordior, qué agobio!
Me gustan tus palabras. Esa belleza para contar un hecho horrible y con olor a podredumbre.
Me dijeron hace unos días que Zaragoza es la ciudad que se utiliza como conejillo de indias en España para implantar cualquier novedad. Nuestra capacidad de indiferencia es tal, que cualquier cambio empiezan implantándolo aquí para ver cómo reaccionamos y según el resultado, se va estableciendo luego en distintas ciudades.
Yo creo que, desgraciadamente, nunca nos equivocaremos, Marta.
Me encanta esa ilustración, y no sé qué libro será ese que invita a planchar la oreja, pero sí sé cuál no es…
Si hiciéramos las cosas así de bien, quizá no seríamos nosotros.
Eso sería maravilloso en cualquier lugar. Biquiños,
Siento ser tan pesimista ,pero eso de hacer las cosas bien ,en esta Zaragoza,este Aragón nuestro,me suena a utopía por desgracia.Ah ,lo de la estación es vergonzoso.
Saludicos.
Sí que se hacen cosas bien, muchas. Lo malo en Aragón, me parece, es el empecinamiento en el error.
ah, martuki, que lo he subido al fb, que me ha gustao mucho…