Sí, lo sé. Soy la reina de los despistes.
De camino a casa, en un autobús más vacío que de costumbre y con mi mp3 sin pilas, escucho la radio que el conductor tiene a todo volumen. El locutor pregunta algo un tanto peculiar. ¿Has pensado alguna vez cómo será tu muerte?, el entrevistado contesta, rodeado de los míos y lo más tarde posible.
A mí me ha dado por escudriñar la pregunta que reconozco que me ha dejado algo «tocada». Y sí, yo ya sé de qué moriré. No será por un golpe de calor, ni de corazón, no, no. Tampoco será buceando, por fin puedo mandar a la mierda al imbécil de Spielberg, culpable de que cada verano cuando estoy a unos metros de profundidad en el mar, me dé por recordar «su tiburón» y acabe saliendo a la superficie porque una pobre sardina me ha rozado la rodilla provocándome un susto tremendo. No, tampoco será por decepciones, ni por ira, ni siquiera por cansancio, que es el sentimiento más fiel que atesoro.
Yo moriré de un ataque agudo de despiste. Acumularé tantos errores que al final moriré por eso. En una semana y por segunda vez, he desayunado pienso de gatos en lugar de mis cereales. No veáis lo asqueroso que es cuando se disuelven en soja. He perdido cuatro veces en un día el móvil. He enviado un correo equivocado a la persona equivocada. Me he olvidado de una cita, he acudido tarde a otra. Por error se han enfadado dos personas, cinco gatos y cuatro perros conmigo. Y por despiste me he tomado a las seis de la mañana una pastilla para dormir en lugar de una pastilla para la tos. Me he quedado dormida sobre las siete, felizmente dormida, en un sueño químico, falso, sin recuerdos, sin sueños, sin pesadillas, sin obligaciones, un sueño plano como un desierto. Sí, yo moriré por un ataque agudo de despiste.
Los que me conocen saben que cuando el despiste alcanza cimas importantes lo paso mal, muy mal. Y si es en público peor, mucho peor. Hace unos meses quise ser abducida por la taza de café que tenía en las manos y desaparecer de la faz de la tierra por un rato.
Digo todo esto para que nadie se enfade demasiado conmigo. Lo mío no es sino puro y simple despiste. He leído que esto es propio de los piscis. Sed benevolentes.
Anda, decidme que vosotr@s también os despistáis alguna vez. Anda…