Poco antes de irme a Sevilla leí un extraordinario texto sobre Pier Paolo Pasolini escrito por David Mayor en su blog. A las pocas horas me encontré a David paseando por la ciudad. ¡Pero qué bueno es lo que has escrito!, le dije. Hasta me atreví a discutirle un par de cosas sobre el personaje. Hace poco volví a leer «Palabra de Corsario» y tenía en la mente algunas historias sobre Pasolini. David Mayor es un hombre tranquilo, culto, de esas personas sabias que no tratan de demostrar que lo son. Nada que ver con ese ejército de medio cultos que tratan desesperadamente de parecer cultos y medio. No, David escucha y sonríe, seguramente porque lo que le dices ya lo sabe, y probablemente es inexacto, pero no dice nada, él escucha siempre y cuando habla aclara las cosas.
Por suerte para nosotr@s ha escrito este texto que es un fragmento del libro en el que participa, «Filosofía y poesía» , coordinado por José Luis Rodríguez García y editado por Vitella.
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El culto espectacular a la celebración de los números redondos hizo que los treinta años del asesinato de Pasolini (Bolonia, 1922 – Ostia, 1975) pusieran de nuevo en circulación internacional con publicaciones, congresos, exposiciones y renovado impulso no sólo la figura del poeta italiano como un personaje capaz de aunar lo heroico y lo dramático, muy del gusto de las audiencias pasivas, ávidas de singularidades con las que alimentar la calma, sino también su pensamiento, que al socaire de neosituacionistas varios y buscadores de profetas, ha recobrado pujanza y vuelve a insistir como una luminaria en los problemas de nuestro tiempo como si fueran los del suyo. A la sombra de las truculentas pesquisas de una muerte inevitablemente novelesca, resurge con potencia una filosofía y una poesía del No que subrayan que “hay que tener la fuerza de la crítica total, del rechazo, de la denuncia desesperada e inútil.”(1). Filosofía de lo trágico de arraigada tradición romántica que siempre suma variantes al instrumental cínico con el que nos hemos hecho para combatir los días de normalidad bienpensante, a la feroz incredulidad que algunos alimentamos a la espera del enemigo. Pasolini todavía ayuda a desatar algunos hilos que son nuestros mismos hilos. Lo cierto, acaso inquietante, es que repasas gran parte de su literatura y algunas de sus películas, no todas, a algunas el tiempo las ha cubierto de un polvo que apenas nos deja ver, y descubres que Pasolini sigue siendo próximo, y, por lo tanto, que su realidad también lo es. Próximo en cuanto a lo poético porque, tras la podredumbre que arrastran todas las demencias surgidas junto a la explosión de la clase media, uno relee a Pasolini y lo reencuentra entre lo transitorio, lo fugitivo y lo contingente, utilizando un lenguaje poético que atiende a la cualidad política de las cosas pero sin desgajarse de la intimidad, la autobiografía, el secreto o la sensualidad en una simbiosis Sigue leyendo «Pasolini según David Mayor»