Los derechos humanos no prescriben

La escritora MªLuisa  de la Peña dice en su blog «Enredando palabras», cosas tan bellas y necesarias como éstas:

  • Los derechos humanos no prescriben en la memoria de los que han sufrido ni de aquellos que, amándolos, los han visto sufrir.
  • los miles de rostros desconocidos que sufrieron durante décadas la humillación, el silencio, la sinrazón, la barbarie, la venganza programada y sistemática, no prescriben.
  • Los niños arrancados de sus madres y entregados a familias afectas al régimen de turno, no prescriben.
  • El miedo cocinado a fuego lento durante años no puede prescribir. Pasemos página, sí, dejemos descansar a los muertos, sí. Pero leamos todos juntos la página para poder pasarla, con tolerancia, con respeto, con compasión y empatía por los que han sufrido;

Pero mejor leed el post entero pinchando aquí y enredaos entre sus palabras, sus versos y su mirada elegante y bella.


12 respuestas a “Los derechos humanos no prescriben

  1. Veo que no formáis parte de esa corriente de ¿pensamiento? iniciada el otro día por San Rouco Varela que incide en las virtudes y aplicaciones del olvido como inmejorable medida terapéutica para la vida democrática. Mientras que él y sus jefes canonizan víctimas de la guerra civil, dineros mediante, porque llevaban hábitos (aunque algunos de ellos fueran a su vez aesinos que o bien empuñaban las pistolas o que señalaban con el dedo, como el obispo Polanco en Teruel, o que incluso participaban en las torturas de prisioneros, o decían a quién había que matar y a quién regalarle un estanco), pide a los demás que olviden por un sano ejercicio de perdón, de respeto democrático y acudiendo al sacrosantísimo espíritu de esa filfa llamada Transición. O sea, que mientras ellos rescatan a sus víctimas y acusan a sus verdugos, mientras invocan el fantasma de su persecución para cerrar filas con los suyos, pretenden enseñarnos el verdadero sentido de la caridad cristiana: olvidar a los muertos provocados por ellos, dejarlos en las cunetas y las fosas comunes, en las zanjas y los campos, o dejar impunes a quienes secuestraron niños o los robaron del vientre de sus madres.. Son bobos de querer ser tan listos: olvidando a los muertos nos olvidamos de que fueron asesinados, y así nos olvidamos de los asesinos, de quienes los mataron, como si la anestesia pudiera borrar el comportamiento criminal y asesino de semejante «institución». Los asesinos llevaban alzacuellos y recibían al dictador bajo palio y brazo en alto. Y siempre que oigo a los obispos abrir la boca para soltar su bilis me pregunto: ¿y si ahora pudieran hacer lo mismo? ¿han cambiado tanto para que su comportamiento fuera otro? La respuesta está en sus palabras y en sus llamamientos al olvido.

    Besos

  2. He pasado por el blog y es muy bueno, una joya. Tomo nota.
    Y al critico de cine decirle que es otra joya y que siempre que puedo le leo y veo.

    Un beso,

    Mac

  3. Excelente el blog, Marta. Ya me lo habías dicho y tienes razón.

    Coincido con Martín: el comentario de Alfred es exacto. El olvido propugnado no es generoso, es interesado, muy interesado. E insisto: no se puede olvidar lo que nunca se ha reconocido.
    Punto pelota.

    Besos

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