Una comida a cuatro voces
Hace un par de días nos juntamos para comer Marisancho, Inmaculada, Luisa y yo. Parecíamos algo así como un minibloggellón. Fue una quedada que nos apetecía a todas y que al final, ajustando calendarios, hemos conseguido realizar. Una comida es un estupendo pretexto para mirar a la gente a los ojos, escuchar sus conversaciones y ajustar, en el caso de los bloggeros, la idea que tienes de aquellas personas a las que suelen leer, con lo que realmente son. Fue un menú muy especial. De primero: una Inde brillante con un auténtico almacén de datos y conocimientos sobre el agua; también sobre otras materias, pero cuando habla de patrimonio y de agua es sensacional. De segundo: Lamima, un todoterreno lleno de fuerza y completamente cristalina, es lo que ves, transparente, lúcida y perfecta. De postre: Pandeoro, ¿qué decir de ella?, que cuando escribe no deja cabo suelto, explica las cosas mejor que nadie y que es un lujo de persona, equilibrada donde las haya, además de una marionetista que algún día descubriremos. ¿Por qué fue agradable comer juntas?, porque no nos tenemos que demostrar nada, porque nos podemos relajar y porque no nos regalamos palabras rimbombantes sino sinceras. Tan sólo nos escuchamos y eso… es mucho, es como el pan de oro. Yo a ese día le he llamado el día: INDEMIMAPANDÉMADAS.
Chicas, las fotos que nos hicieron a las cuatro juntas han salido muy raras. En una Luisa está mirando hacia el sur y en la otra Inde aparece al otro extremo de la mesa en plan separatista. Ésta es la que hice yo y si pincháis la imagen os veréis mejor. Me gusta la composición y, como diría Julia, «esta foto tiene espíritu y charra». Y sí, así es.
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