PELETERÍAS=CEMENTERIOS
Hoy he tenido que acompañar a tía Ruth a recoger varios paquetes en un par de tiendas. Mi sorpresa ha sido que uno de los locales era una peletería del centro de Barcelona. Le he dicho que no, que allí yo no entraba, que imposible. Pero las escaleras tan altas le dificultaban el acceso, ya que tiene problemas de movilidad. Al final, ante su cara de besugo suplicante e insistente, he tenido que entrar. Allí, al verme rodeada de tantos abrigos de pieles, me han dado unas arcadas tremendas. El denso olor de las pieles muertas, las caras de los animales, la colección de hocicos y de patas de las estolas… me han parecido un cementerio repugnante. Un vistazo a las estanterías llenas de garras y bocas abiertas con sus dientes menudos me ha revuelto el estómago, y yo, por desgracia, soy muy vomitona. Jamás había entrado en un cementerio de animales, quiero decir, en una asquerosa peletería. No cuento lo que ha pasado al final porque no me encuentro con ánimo, quizá otro día. Pero no creo que tía Ruth vuelva a llamarme nunca más para acompañarle a recoger paquetes a ninguna peletería .
Este post 100% colectivo va dedicado a Nuria (la veterinaria que todos los animales querrían tener), a José Miguel (un fotógrafo excelente), ambos veganos y animalistas, y a Anna de Respeto Animal, amiga de largo recorrido y vegana, of course.
[Texto de la fotografía: Aquí está el resto de tu abrigo]
muere la vida,
triunfa el silencio.
Tu vestido de pieles esconde pesadillas
y sangre a borbotones.
En algún basurero yacen
los ojos del animal que llevas puesto.
Ese tacto robado que te cubre
nace cuando muere la vida.
Sobre tu cuerpo asoma
el delito y el aroma de un crimen.
Descanse en paz el animal que te viste.