«Los otros esclavos del móvil»

El blog Justiciaglobal publicó este post hace unos días que nos llamó la atención. En él se hace un análisis necesario y justo sobre el preciado móvil al que todos estamos ya conectados. Hay mucho más detrás de un móvil, muchas historias que se deben conocer. Esta es la historia de «los otros esclavos de los móviles». Os recomendamos este artículo y también el blog de Justiciaglobal.

Los esclavos del siglo XXI

Permítanos formularle una simple y en apariencia intrascendente pregunta:

¿Podría usted decirme dónde se fabricó su móvil?

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Medite la respuesta con atención, no conteste sin pensar, que su marca sea europea o americana no es garantía de origen. Según las previsiones China concentrará el 75% de la producción mundial de móviles de aquí a tres años. China, esa gran potencia económica que surge de la dictadura comunista para reconvertirse en el bastión del capitalismo mas desaforado, nos sorprende diariamente por sus resultados económicos y sus cifras de producción.

Deslocalización, abaratamiento de costes y subcontratación son los nuevos sinónimos de explotación. Y es que claro, los bajos costes van parejos a una protección sociolaboral que no se parece ni de lejos a la que disfrutarían esos mismos trabajadores en el primer mundo.
La mayoría de las multinacionales, para evitar abusos a los trabajadores, exigen a sus filiales unos códigos mínimos de conducta, que normalmente no llegan ni siquiera a las normas básicas propuestas por la OIT (Organización Internacional del Trabajo) los cuales hace muchas décadas que se superaron en el primer mundo.

Pero la pregunta que todos nos hacemos es ¿realmente cumplen estos mínimos?

Un profundo estudio realizado por la revista OCU-Compra Maestra, en el que nos basamos para hacerle llegar una reflexión, revela datos cuanto menos preocupantes sobre la vigilancia en el cumplimiento de estos preceptos por parte de las multinacionales, no ya en sus filiales sino en las innumerables subcontratas, en las que la falta de derechos sociales básicos es abrumadora.

Incluso algunas de las filiales investigadas ni siquiera existe unas normas de conducta asociadas a los principios básicos de la OIT y en otras no recogen dentro de sus códigos de conducta derechos claves como el de libre asociación, la exigencia de un contrato de trabajo o el pago de salarios dignos con compensación de horas extras.

 

Pero sin duda, lo mas grave es que los investigadores desplazados a las fabricas, los cuales realizaron las entrevistas en lugares seguros y respetando escrupulosamente la confidencialidad de los trabajadores, descubrieron una fábrica donde se daban casos de explotación infantil.
«mientras no tengan un aspecto excesivamente juvenil, no supone ningún problema», comenta un jefe de fábrica.
Mas de 200 niños menores de 16 años eran empleados en su fabrica, los cuales para compensar su falta de cualificación y su baja productividad, trabajaban gratis 1,5 horas de las 13 horas efectivas diarias. Algunos son conducidos directamente a las fabricas por los educadores de las escuelas locales, los cuales les «obligan» a trabajar en verano para poder sufragarse los estudios, negándoles la posibilidad de renuncia al puesto.

nino-trabajando.jpgLos abusos mas generalizados, según el estudio realizado son entre otras, exceso de horas extras forzosas (hasta 50 horas más a la semana), ausencia de contratos escritos, prohibición de afiliarse a un sindicato, o ausencia de protecciones en la manipulación de sustancias toxicas.

En Europa se prohibió el empleo de sustancias tóxicas para la fabricación de móviles en agosto de 2006, pero no ocurre lo mismo fuera de nuestras fronteras, por lo que estos trabajadores se ven obligados a manipular dichas sustancias en su trabajo para abastecer otros florecientes mercados “menos exigentes”.

El estudio concluye tajantemente que no existe un móvil, dentro de las marcas analizadas que pueda catalogarse como compra ética.

Así pues, uno debería plantearse las consecuencias que tiene algo a priori tan banal con cambiar de móvil. La sociedad de consumo es un monstruo que todo lo engulle y está claro que su aperitivo son los Derechos Sociales.