Cultura del miedo: Qué miedo de cultura
Como siempre, Allan Mcdonald da en el clavo con sus imágenes. Con ésta sobran las palabras.
Como siempre, Allan Mcdonald da en el clavo con sus imágenes. Con ésta sobran las palabras.
Ayer una amiga mía vino a comer a casa. Trajo flores, pasteles árabes y queso, un gran queso gruyere. Mi amiga acostumbra a comer queso al final de la comida. Al poner el inmenso gruyere en la bandeja del postre, se me fue la cabeza a otra parte, me puse a contar los innumerables agujeritos que pueblan el queso, lo redondos y perfectos que son, la precisión de los túneles que tan sabiamente trazan el manjar dorado.
Y de repente dije: «Anda, si esto es lo que quiere hacer Biel en la ciudad. Quiere convertirla en un gran queso gruyere» Ante el asombro de mi amiga, le he explicado en qué consiste el plan Biel: 1- Agujerear la ciudad para que nosotros, sufridores roedores de su queso, digo, de su ciudad, tengamos paradas de metro cada 20 pasos y así estar en el Guinness de la gilipollez más absoluta. 2- Hipotecarnos hasta el 3888 y con ello decir adiós a tantas cosas necesarias en la ciudad.
Luego he pensado que quizá esta locura se le podría pasar a Biel dándole un gran queso, un gran queso gruyere con el que pudiera jugar, como juego yo ahora. Imagino al hombre sentado en un sofá con una manta sobre las rodillas y pantuflas a cuadros, contando los muchos agujeros que contiene un queso. Como quien se divierte contando batatillas a nietos, amigos de nietos o al primero que pasa por allí. Y me ha parecido tierno, muy tierno. El queso, no el Biel.
Bien, mi amiga y yo, hemos decidido envolver el queso y enviárselo a Biel. Lo hacemos con amor, con mucho amor. Y también con el deseo de que lo saboree por el bien de la ciudad y de los sufridores que la habitamos.
Sugerencia: También puede dejar las bicéfalas políticas y montarse una quesería.
Porque ¿qué sería de nosotros si Biel tuviera una quesería?.
Bien, bien, la cosa estaría Biel.
P.D. Según he leído, los informes técnicos coinciden en que una línea de metro subterráneo sólo resulta rentable en ciudades de más de dos millones de habitantes. Zaragoza tiene en torno a 700.000 habitantes. Aún le falta para meternos en estos berenjenales.